Consultar con una Psicoanalista

Lo que más me llamó la atención cuando empecé a ejercer como psicóloga fue que casi todos los pacientes hablaban de amor. El amor hacia sus parejas, hacia sus padres, hacia sus maridos o mujeres, la falta de amor; una madre que no los había querido, una pareja que les había hecho daño en la adolescencia, un padre que nunca les dio su aprobación, una amiga que les había traicionado, una mujer que les había sido infiel, etc. En este punto necesitas Consultar con una Psicoanalista para tratar adecuadamente estos problemas.

Sin embargo, en la carrera de psicología ni se mencionaba el amor, solo tangencialmente cuando se hablaba de apego. Ahora pienso que quizá esto tenga que ver con que no se puede ser profesor universitario y psicólogo clínico al mismo tiempo, de ahí que mis profesores no supieran que el amor es el principal motivo de consulta desde la adolescencia hasta la edad adulta.

Pero lo que más nos preocupa a todos tampoco aparece en los manuales estadísticos y de diagnóstico, ni en las revistas de investigación. El tema en el que más pensamos y el que llena muchas conversaciones de WhatsApp está ausente del mundo académico y, por tanto, el psicólogo clásico se resigna a dejarlo en los márgenes de su intervención. Sin embargo, lo que más hace sufrir y a veces más enloquece es el amor, las relaciones humanas; por tanto, no se puede dejar en los márgenes.

Quien sí lo toma como algo central y le da toda su importancia es el arte: pinturas y esculturas sobre la persona amada, todas las canciones de amor, las novelas, las películas, las series… Desde los mitos clásicos hasta el último estreno de Netflix (y da igual cuando leas esto) tienen como tema central al amor. El psicoanálisis no ignora este hecho y tiene en cuenta al arte para poder incorporarlo al conocimiento del ser humano. Freud incluía la mitología en sus escritos, al mismo nivel que los historiales clínicos de sus pacientes, y es que no se puede tratar el malestar humano sin hablar de amor.

Dime si no te resulta familiar alguna de las siguientes situaciones.

A menudo les dices a tus amigos o amigas que tienes mala suerte en el amor: quieren salir contigo hombres (o mujeres) que no te gustan y, en cambio, los que sí te gustan; o bien te ignoran, o bien no pasas de ser una amistad para ellos.
Has visto n veces Sexo en Nueva York, Fleabag o Modern Love porque hay algo de reconocerte en el dolor de otras que te calma, o porque buscas una respuesta a las preguntas que no te atreves a hacerte a ti misma. O te machacas a series y películas de acción, de ciencia ficción, o escuchas música ininterrumpidamente para evitar quedarte a solas contigo mismo y tus pensamientos.

Puede que tengas una pareja a la que sabes que no deseas, que no amas, pero que también sabes que te será fiel y permanecerá a tu lado y esto te calma cuando la angustia te consume.

Has tenido relaciones que no sabes ni cómo llamarlas y que han durado años, más de los que te atreves a contar, sin que él, o ella, haya quedado contigo tanto como tú quisieras, te haya escuchado como tú esperabas, sin que hayas formalizado una relación, sin que, en definitiva, se haya convertido en el tipo de relación que tú querías.

O puede que hayas tenido relaciones con personas que, en el fondo, sabes que no te importaban nada; te proveían de sexo y cariño, y esto te resultaba perfecto para seguir con tu día a día sin tener que hacerte ninguna pregunta, sin tener que implicarte más porque ahí sitúas el miedo absoluto; en relacionarte de verdad con otro ser humano.

O, por el contrario, ahí donde detectas a alguien que te puede interesar, no le tocas ni con un palo o le espantas con una sobrecarga abrumadora de mensajes, reclamos, peticiones, muestras de amor que sabes, no sabes cómo, pero lo sabes, le van a acaban haciendo alejarse de ti.

Es más, puede que hayas estado en una relación con alguien con quien te hayas mimetizado; teniendo serias dificultades para distinguir lo que tú querías de lo que quería el otro. Puedes haber dejado de ver a amistades, familiares, dejado de practicar tus aficiones, o incluso haber enfermado físicamente, caído en una depresión, en un problema grave de ansiedad…

En tus momentos de soltería, te has hecho varios perfiles en varias redes sociales, puede que hasta con cierta ilusión, para conocer a chicos o chicas. Pasado un tiempo, te vuelves a cerrar esos perfiles, no sin antes haber perdido horas en ellos, ya sea tratando de conseguir una cita o hablando con desconocidos con los que nunca llegaste a quedar. Te cierras la cuenta cada vez porque hay algo de esto que, aún sin conseguir nombrarlo, sabes que no te hace sentir bien. Es posible que hasta hayas llegado a pagar en estas redes sociales para no perderte un mensaje de algún hombre interesado por ti, ¡que no te conocen! pero sí concibes que puedan estar interesados en ti, sin conocerte siquiera. O puede que te hayas hecho esas redes con el fin de conocer a una mujer, pero solo lo usas para chatear, sin llegar nunca a la primera cita porque te pasa algo rarísimo que es que pierdes el interés justo cuando estás a punto de conseguirlo. Pero otra chica vuelve a hacer match y tú vuelves rápidamente a entrar en el mismo bucle que acaba siempre con una desilusión que no sabes de dónde viene.

Cuando llegas del trabajo a tu casa sola, solo, o con compañeros de piso, te sientes un poco mal; como si te faltase algo, y fantaseas con alguien junto a quien compartir tu día a día, o, simplemente, sientes que hay algo raro o algo malo en ti porque el resto consiguen con facilidad tener pareja y tú no.

Has llegado a estar tan metida en una relación de las que ahora llamarían tóxicas que te da vergüenza hasta contarlo o, por el contrario, eres incapaz de hablar de otra cosa y las personas cercanas a ti están hartas de escuchar lo mismo una y otra vez y se echan a temblar cada vez que te echas una nueva pareja.

Sabes que en las épocas en las que estás soltero o soltera, a pesar de echar de menos tener pareja, estás más tranquila o tranquilo que cuando has tenido una relación estable, porque, en aquellos momentos, te acosaban las dudas de todo tipo: estaré enamorado, será esta la persona, por qué me atraen otros si tengo pareja, por qué no soy capaz de dejar esta relación si no me trata bien, ¿me está siendo infiel?, etc. O peor, cuando estás en pareja desapareces por completo, estás 24/7 pensando en esa otra persona, tratando de llamar su atención, haciéndote presente por todas las redes sociales que conoces. Sufres tanto, que a la larga acabas dejando la relación. No puedes llegar a explicar por qué te sucede eso a ti, tú que eres un hombre o una mujer autónoma, independiente, culta, con inquietudes, amigos y amigas, y que no necesita depender de nadie.

Puede que sepas que, si te vienen mal dadas, eres capaz de permanecer meses o años en una relación con otra persona que te trate mal, te menosprecie, hable mal de ti, te de numerosas muestras de que no le apetece pasar tiempo contigo, o, en el peor de los casos, te insulte y te pegue.

Y todo esto es terrible.

Es terrible porque no tiene nada que ver con el amor, ni con lo que las relaciones humanas podrían llegar a ser; pero te cuesta verlo. No puedes ver las consecuencias que tienen para ti todos estos sucesos. No puedes ver el tiempo que te quita todo esto para hacer cosas que querrías, la cantidad de cariño y amor de verdad que no recibes, lo egocéntrico y egocéntrica que puedes llegar a ser cuando estás mal. O puede que lo intuyas y hayas decidido quedarte solo con el tipo de relaciones mencionadas más arriba, esas en las que no te implicas, y así sufres menos. O hayas tomado la determinación de permanecer con la pareja que sabes que no te atrae, pero que no te va a hacer sufrir, al tiempo que deseas continuamente a otro o a otra. O, quizá hayas renunciado por completo al amor, precisamente, poniendo por delante tu trabajo, u otras aficiones, y convenciéndote de que esta cosa desastrosa, sucia y caótica que son las relaciones íntimas no es para ti.

Consultar con una Psicoanalista

En el hipotético caso de que te suceda algo de todo esto y no quieras ni prescindir del amor, ni sufrir de manera inútil, es el momento de consultar con una psicoanalista.

Piensa por unos segundos en la siguiente idea, solo como algo hipotético; imagina que eso que te sucede tuviera algo que ver contigo, aunque de momento no lo veas en absoluto. Hay buenas y malas personas ahí fuera, eso es cierto, pero dime si eres capaz de imaginar que tú tienes algo que ver en la forma que escoges relacionarte con ellas. Si eres capaz de imaginar este escenario hipotético, aunque solo sea por un segundo, puedes trabajar en terapia para poder relacionarte con los demás con menos sufrimiento. Consultar con una Psicoanalista te ayudara mucho a establecer una relación duradera.

Llama y consulta, hacer terapia te puede llevar a conocer algo de ti mismo, de ti misma, que aún no conoces y esto te puede conducir a un cambio importante en la forma de relacionarte con los demás. Consultar con una Psicoanalista en Madrid ayuda a mitigar los efectos negativos.

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